De las llaves más clásicas a las más modernas 24/03/2017

Aunque todavía se siguen utilizando en alguna puerta, lo cierto es que cada vez están más en desuso las llaves clásicas, que se caracterizaban por formar parte de una pieza cilíndrica alargada. En uno de sus extremos contaba con una especie de anillo, que servía para introducirla en un llavero o para colgarla en una pared, a la espera de ser usada; y en el otro disponía de una o dos paletas con su correspondiente código de acanaladuras a los costados, un código de dientes en el extremo más alejado del cilindro, o ambos códigos.

Estas llaves, que daban prestancia al manojo del sereno, solían ser bastante pesadas, salvo en el caso de que fuesen huecas. La mayoría han sido sustituidas, pero, pese a perder utilidad, al carecer de cerraduras afines a abrir, las más curiosas y antiguas han recobrado cierto valor, puesto que estas piezas de forja han pasado a ser interesantes para algún anticuario y coleccionista.

La modernización de las llaves llevó, en un primer momento, a convertir en plana la parte que, otrora, era cilíndrica., Además, en los lados planos del vástago tiene acanaladuras y, generalmente, en uno de los cantos, muescas de distinta profundidad y longitud, formando, de este modo, el código que propicia el giro, al levantar las levas del bombillo. Junto a estas, se creaban también las primeras llaves de seguridad anti bumping.

Además, para facilitar la labor de determinados profesionales, pronto surgieron también las llaves maestras, que permitían abrir una cantidad determinada de cerraduras y que eran muy populares en los hoteles, en los que el cliente utilizaba la original y el personal que ofrecía el servicio de habitaciones, la maestra. De este modo, se evitaba el  tener que cargar con un, en ocasiones, enorme manojo.

Este tipo de llave ya casi no se usa en los hoteles, donde la tradicional ha sido progresivamente sustituida por una tarjeta plástica con una cinta magnética, que es la que contiene el código que abre la cerradura.

Otra opción, algo más antigua que la que acabamos de mencionar, sería la introducción manual de una clave alfanumérica, que sería la que liberaría el resbalón de la cerradura durante unos segundos, permitiendo, así, que la puerta se abra. Esta alternativa se utilizó mucho en empresas y viviendas de lujo.

Los sistemas de apertura de puertas continúan evolucionando y permiten accionar el mecanismo a distancia, mediante un dispositivo electrónico, como el teléfono móvil, e incluso, en algún caso, reconocer a los usuarios habituales de dicho acceso, mediante el reconocimiento de la huella dactilar o del iris.

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